Si bien los volcanes Popocatépetl (Cerro que humea) e Iztaccíhuatl (Mujer blanca) son la imagen sobresaliente de este parque nacional, el área natural protegida abarca una superficie de 39,820 hectáreas que van desde las faldas del cerro Tláloc en el norte, hasta las laderas del Popocatépetl en la porción sur, y comprende la zona boscosa de Zoquiapan, en algún tiempo considerada como otro parque nacional.

Estas montañas eran consideradas sagradas por los antiguos mexicanos, ya que de ellas provenía el agua necesaria para la vida. El culto a Tláloc (dios de la lluvia) y a Chalchihuitlicue (diosa de las aguas que fluyen), estaba en su esplendor en esta zona a la llegada de los europeos en el siglo XV.

Además de la provisión de agua, la extensión de estos bosques es clave también para la captación de dióxido de carbono, la generación de oxígeno y la regulación del clima: son unos auténticos pulmones del centro del país.

Esta región está catalogada como área de importancia para la conservación de aves y región prioritaria para la conservación en México dada su alta diversidad ecosistémica; su función como corredor biológico; la presencia de endemismos; su importante función como centro de origen y diversificación natural, así como centro de domesticación o mantenimiento de especies útiles.

A esta gran riqueza biológica se suma la magnificencia de un paisaje que ha cautivado a artistas de muchas generaciones.

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