Iglesia de Los Remedios en Cholula, Puebla

Región


La región de los volcanes forma parte de lo que fue una extensa región cultural en la época prehispánica. Los primeros habitantes ya establecidos llamaban a la Sierra Nevada como Sierra de Ahualco o de Ahualulco (lugar coronado de agua), donde suponían que moraban los genios tutelares del Anáhuac, donde culminan las montañas sagradas: el Iztactepetl (blanca montaña) y el Xalliquehuac (arena que se levanta).

Los ricos bosques de ambas vertientes de la Sierra proporcionaron, durante milenios, el sustento a grupos de cazadores, recolectores y pescadores que hace 22 000 años empezaron a poblar la región en comunidades de 100 a 200 individuos. Con el tiempo, hacia el año 3 000 aC, algunas de estas comunidades participaron en la domesticación y distribución de plantas como el maíz, el frijol, el amaranto, el chile y la calabaza, los alimentos básicos de la dieta mesoamericana; volviéndose así, pueblos sedentarios. Fue hasta 1 100 años aC cuando se desarrollaron aldeas con más de mil habitantes.

Tláloc

Las zonas bajas del pie de monte fueron las predilectas de los grupos humanos durante el Horizonte Formativo (1 500 aC. a 100 dC); la región sufrió un cierto abandono durante el Horizonte Clásico (100 dC a 650 dC) sobre todo en la vertiente occidental, misma que más tarde fue ampliamente poblada desde el Horizonte Tardío hasta la llegada de los españoles.

En esas culturas prehispánicas las montañas, particularmente el Popocatépetl, el Tláloc y la Iztaccíhuatl eran venerados como auténticas deidades y en ellos se celebraban ritos dedicados a las deidades del agua. En la cima del cerro Tláloc se encuentra la zona arqueológica de alta montaña más destacada en México, se trata de un adoratorio documentado por Durán y citado por Sahagún, Clavijero y Torquemada entre otros; en este sitio se realizaba una afamada celebración a la que asistían los gobernantes aztecas.

Chalchiuhtlicue

La cosmovisión indígena estableció una relación sagrada con la naturaleza en la que los cerros, las montañas y los volcanes representaban a los tlaloques, considerados los creadores de las nubes, las lluvias, el granizo y el rayo, y servidores de Tláloc. Estos poderosos seres moraban en el Tlalocan, concebido como un paraíso terrenal, un sitio acuático donde prevalecía el buen clima y los alimentos en abundancia. En este lugar también habitaba Chalchiuhtlicue, la diosa del agua y hermana de los tlaloques que simboliza la parte femenina de Tláloc.

La presencia de pueblos prehispánicos se demuestra en el gran número de toponimias en lenguas indígenas que hay en la región. Como ejemplo tenemos que 12 de los 14 municipios que forman parte del área protegida tienen nombre náhualt: Texcoco (en la jarilla de los riscos); Ixtapaluca (lugar donde se moja la sal); Chalco (en el borde del lago); Tlalmanalco (lugar de tierra aplanada o nivelada); Amecameca (que tiene vestido de amate); Atlautla (lugar donde abundan las barrancas o junto al dueño del agua); Ecatzingo (lugar consagrado al viento); Tlahuapan (en la tierra de encinas); Chiautzingo (en el pantano o pequeño lodazal); Huejotzingo (saucito); Tochimilco (en la sementera de los conejos) y Tetela (lugar donde hay muchas piedras o pedregal). Así como las principales elevaciones del Parque Nacional: Popocatépetl (cerro que humea), Iztaccíhuatl (mujer blanca) y el Tláloc (deidad relacionada con la lluvia o dios dador de agua).

Ilustración: Felípe Dávalos

En 1519 Hernán Cortés atravesó con sus hombres la Sierra Nevada por un valle que se encuentra en medio de los dos volcanes, y desde ahí vio por primera vez el Valle de Anáhuac. Este sitio llamado anteriormente Tlamacaxco (Paso de Arriba), hoy se conoce como Paso de Cortés.

Con la llegada de los españoles al continente americano se pierde la dinámica del desarrollo indígena y se inicia una transformación de la sociedad con nuevas formas de producción que entre otras cosas provocaron el abatimiento de los recursos naturales y la desarticulación de los modos de producción indígenas.

Iglesia indiana

Tras el cruento paso de los conquistadores se establecen las primeras misiones evangelizadoras del siglo XVI. En Amecameca vivió y predicó Fray Martín de Valencia, considerado el creador de la iglesia indiana, ya que fue enviado por la Corona española al frente de los 12 padres franciscanos que traían la encomienda de iniciar la evangelización en la Nueva España. En 1994 la UNESCO declaró sitio de patrimonio mundial a los monasterios ubicados en las laderas del Popocatépetl, huella de aquellos primeros evangelizadores que introdujeron el cristianismo en las poblaciones indígenas.

Hacia 1530, Hernán Cortés, otros encomenderos y funcionarios ya cosechaban en esta región el trigo y desarrollaban la cría de ovejas y mulas. Durante la Colonia las tierras se repartieron en haciendas que llegaron a alcanzar gran poderío y magnificencia: como la hacienda del Molino de las Flores; la de Chapingo, en Texcoco; la de San Francisco Acuautla; la de Ayotla, en Ixtapaluca; la de San Antonio Chiautla, construida en el siglo XVI; y la de San Miguel Contla, en San Salvador El Verde.

Slides

Reserva de la Biósfera Los Volcanes

Servicios Ambientales

Flora y Fauna

Los rebaños traídos por los europeos se soltaron para que penetraran en llanos y montes desarrollando una ganadería precaria y desordenada cuyos efectos pronto se dejaron sentir sobre las zonas de vegetación forestal y de pradera. Además del ganado (principalmente vacas y borregos), los españoles trajeron consigo semillas de numerosos frutales como pera, durazno, ciruela o nuez que pronto echaron raíces en estas tierras.

Juana Inéz de Asbaje

En la región de los volcanes nacieron dos de las más brillantes mentes del México colonial. En 1648, en el pequeño poblado de San Miguel Nepantla al pie del Popocatépetl nació Inés Ramírez, mejor conocida como Sor Juana Inés de la Cruz, y en la hacienda de Panoaya, donde pasó parte de su infancia, aprendió a leer el castellano y a hablar la lengua náhuatl; ahí compuso su primera obra dedicada al Señor del Sacromonte.

José Antonio de Alzate

Y en Ozumba, en 1738, nació José Antonio Alzate quien desde muy joven mostró una fuerte inclinación por las ciencias, realizó una de las primeras ascensiones a la Iztaccíhuatl con fines de observación científica, y con el tiempo reunió una amplia y famosa biblioteca que incluía colecciones de ciencias naturales, de arqueología y de instrumentos astronómicos; el homenaje más perdurable a su memoria fue la creación de la Sociedad Científica Antonio Alzate en 1884, que en 1935 pasó a ser la Academia Nacional de Ciencias de México.

A principios del siglo XIX, el barón Alejandro de Humboldt calculó trigonométricamente la altura del Popocatépetl, luego subió hasta el cráter para medir su perímetro y fue el primero en dar a conocer las riquezas azufreras que encerraba en su interior. Este hallazgo dio pie a que tiempo después se hicieran infructuosos intentos por desarrollar aprovechamientos de azufre en beneficio de la naciente industria nacional.

Papelera San Rafael

Las regiones de Chalco-Amecameca así como Puebla-Tlaxcala fueron puntales de la primera etapa de la industrialización del país desde mediados del siglo XIX, con fábricas como las textileras y papeleras. Son famosas las fábricas de textiles de Ayotla y Atlixco, así como la papelera San Rafael, todas grandes consumidoras de agua y madera para su funcionamiento. En 1948 los linderos del parque nacional fueron modificados, de la cota de los 3,000 msnm en la que fue establecido a los 3,600 msnm, con el objeto de crear una Unidad de Explotación Forestal para abastecer de madera a la fábrica de papel San Rafael; la Unidad cesó en 1992, pero el área protegida no recuperó su superficie original.

En la actualidad, la zona de Chalco e Ixtapaluca es una de las zonas receptoras de población migrante, así como de establecimiento de industria maquiladora, por lo que el crecimiento poblacional lleva a la rápida incorporación a la mancha urbana que representa la zona metropolitana de la Ciudad de México, trayendo consigo un desplazamiento del saber antiguo y de las tradiciones, por un nuevo conocimiento popular de los nuevos habitantes.